Lo
cierto es que Ana desde su puesto podía hacer daño a cualquiera, y
no voy a negar que cuando tu cargo es el de Comisario de brigada en
la Unidad Central de Policía Judicial, sientes algún escozor en las
partes bajas al ver cómo progresan otros que estuvieron a tu lado
corriendo por las calles de Madrid. En la policía, más que en otras
facetas de la vida, la jerarquía es un grado.
Cuestiones
como el puesto, la experiencia y aquellos casos que hayas resuelto te
dan cierto prestigio y te ponen en disposición de ser respetado,
quizá por eso sabía que no le interesaría una guerra abierta
conmigo ni con Juan; o quizá por respeto a la antigua enemistad que nos unía; o
quizá porque tenía suficientes líos con los casos que ella misma
manejaba. El caso es que sabía que ella no se la jugaría a Juan.
Tras
la breve conversación con Ana por la pura necesidad del tráfico
infernal de la ciudad de Madrid e intensa, sin embargo, por la
cantidad de emociones que encerraba nuestra relación, había
decidido que trataríamos de cerrar el caso de forma rápida si veía
la posibilidad de hacerlo; por motivos evidentes. Ya trataría yo de
resolver fuera del expediente – ya cerrado – el asunto cuando las
aguas no bajasen tan turbias.
Cerrarlo
rápido, pero no al estilo del caso del 93, era lo conveniente para
después abrir una investigación privada y personal que
intentara descubrir quién estaba detrás de este comportamiento
criminal, pues tener el caso abierto suponía un riesgo a todos los
niveles y, además, impediría hacer el trabajo de investigación con
la pausa y tranquilidad que el asunto requería.
Si
no surgía ninguna pista antes que nos empujara hacia el criminal de
forma nítida, en cuanto saltara la cuestión a los periódicos,
buscaría la forma de cerrar el caso empleando a aquellos amigos de
la prensa que me eran fieles. Utilizar la información de forma
confusa solía funcionar: cosas como dar pistas falsas que llevaban a
callejones sin salida, apuntar hacia cargos más importantes y cosas
semejantes. Así el clima obligaría a llenar la prensa de noticias
que Nené llamaba “tóxicas” para enturbiar el ambiente.
Un
público confundido siempre ayuda a dejar el caso inconcluso. Un
público que incluye la relajación necesaria del delincuente y la
aceptación de la complicación por parte de la familia. La jugada
bien hecha deja, en ocasiones, el criminal al descubierto, un tipo
que sumará delitos de todo tipo y que podría ser encarcelado por
cualquier otro motivo. Él lo sabría y yo también, ¿qué más daba
la razón por la que acabara entre rejas?
Cerrar
un caso en falso no era sencillo, necesitaba algo de pulso y medir
bien los pasos que se tenían que dar para evitar consecuencias
desafortunadas; sería necesario contar con un equipo de confianza,
disponer de gente seria, rigurosa y controlable... de alguna
manera. Contar con poca gente, pero eficiente y que sepa estar
callada cuando hay que estar callada y hablar lo que hay que hablar
cuando eso sea preciso.
La
primera dificultad estaba sentada precisamente a mi lado comiendo un
plátano tranquilamente sin necesidad de pensar qué era lo que
realmente pasaba a su alrededor, dejándose llevar hasta que su
intervención era necesaria o conveniente, justo cuando Nené era un
verdadero profesional. No se le podía hablar de Informes o
Expedientes pero era especialmente hábil para decir la verdad, toda
la verdad, sin medir la situación que se pudiera producir como
consecuencia de esa verdad.
Continuará
¡Quecortas se hacen las entregas!
ResponderEliminarBuena señal, este es un largo viaje y no iremos en tren de alta velocidad, precisamente. Hazte a la idea de un Orient Express cruzando lentamente una estepa sin nombre todavía.
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