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Entrada XV - It is Me y la generalización del miedo

14 de octub r e, m artes por la mañana Eran las doce y cuarto de la noche cuando decidí entrar en el coche e irme, había pasado dos horas en la casa del juez con cierta dosis de fortuna. El día había sido largo y las discusiones en la Central excesivamente duras. En el fondo, todos estábamos asustados porque seguíamos sin saber nada del Juez Antonio Vera y andábamos con la mosca detrás de la oreja sobre el asunto. Quizás la fortuna se había aliado con nosotros al encontrar al asesino del 93 muerto sobre el escritorio del despacho del Juez, el muerto no iba ya a resucitar para informar de que habíamos hecho mal nuestro trabajo en aquel lejano expediente; por lo demás, lo único que teníamos era una cadena con una medalla que contenía unas letras cuyo significado desconocía y una llave que parecía ser de una puerta de seguridad colgada de la misma cadena. Conduje con un bullir de pensamientos en la cabeza mientras me introducía en San Martín de la Vega hasta la calle del Marqués de
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Entrada XIV - El olfato de un viejo sabueso

Intenté poner en orden mis ideas y, de paso, las de todos los demás pero nadie entendía la razón por la que Ana estaba presente entre nosotros ya que era superior en cargo a cualquiera de los que allí nos encontrábamos y no pertenecía a nuestra Unidad, hubiera sido preciso llamar a Antúnez para que se personara en el lugar del crimen pues él era el Inspector Jefe de nuestra Unidad. Por esta razón, Juan Goñi intentó aclararse de forma inminente. Ana se encuentra aquí convocada por mí, por su demostrada capacidad en el análisis de crímenes de esta naturaleza y ante la posibilidad de que estuviera involucrada alguna célula u organización de la que pudiera dar alguna explicación la Unidad de la que es responsable. - Juan Goñi quería protegerse ante otro revés como el que teníamos frente a nosotros, mi presencia en el caso no parecía bastarle. Ana empezó a realizar preguntas rutinarias un poco sofocada después de la mentira del juez, una maniobra burda que la dejaba de maest

Entrada XIII - Un muerto en el despacho del Juez Vera

No te va a gustar lo que vas a ver. - Acertó a decir después de un incómodo lapso de tiempo en el que yo le miraba expectante y él me miraba recuperando el pulso y la sensación de calor en un cuerpo congelado por la desagradable impresión. Coño, Nené..., ¡que no eres un novato! - Me lo saqué de encima y avancé. Entramos en la vivienda de Antonio que mostraba una entrada clásica - como cabía esperar - entre mármoles, granitos y cuadros de indudable calidad y sentido del equilibrio. A la derecha, el salón principal muy iluminado y elegante en tonos blanquinegros daba la sensación de una compensada construcción que definía la meticulosidad y sentido del orden del dueño de la misma. Subimos a la planta superior siguiendo los pasos de Nené con su característico movimiento pesado y tranquilo, indicaba – así - el poco trabajo que íbamos a tener para salvar vida alguna o apresar al sospechoso. Las escaleras en mármol blanco se subían con facilidad de dos en dos y, en el desp

Entrada XII - ¿Qué ha sucedido en casa del Juez Vera?

T omamos rápidamente la M30 con las sirenas puestas y acelerando los potentes coches que nos habíamos agenciado, disfrutamos durante un breve espacio de tiempo del placer de circular a altas velocidades por donde la velocidad máxima permitida es excesivamente baja para los vehículos que llevábamos. En esos momentos sientes que eres importante cuando los chiquillos se paran y te miran pasar mientras tú pones cara de estar por encima del bien y del mal con un pitillo en la comisura de los labios, las gafas de sol a medio caer o mascando un chicle con desgana; condición que se apreciaba especialmente en nuestros jóvenes e impuestos compañeros. En ellos, ese rostro era el de la primera vez: una mirada nítida, una intranquilidad tensa, un nervio palpitando en la comisura de los labios... Yo sabía que ellos - a partir de ese momento – habrían de buscar siempre esa sensación dulce de la primera vez, tal como todos hacemos. A pesar de los años la seguía buscando como al principio de mi c

Entrada XI. ¿Lo haría para motivarme?

Le miré entre aturdido y sorprendido, convencido de que algo pasaba que se me escapaba. Por lo que recuerdo, Antonio pasaba por ser el mentor del Juez Goñi durante muchos años de su carrera dentro de la judicatura pero, desde su retirada, se habían distanciado bastante según comentaba el propio Juan. Quizá para Antonio llegaba el tiempo de la venganza y la ocasión parecía propicia si es que él sabía algo de lo del 93. Podía poner sobre aviso a Juan pero preferí no hacerlo pues no quería hacer de momento ningún movimiento extraño, la normalidad iba a ser mi regla ya que si los vientos soplan fuertes hay que hacer lo mismo que siempre pero sin intentar cosas extravagantes; recordar lo básico y moverse con prudencia. Algo me iba inflando por dentro y lo estaba notando. Me acerqué a la mesa de Edy y le ordené coger su placa y su pistola, e hice lo mismo con Nené y con Michel. Los rostros de la gente del Departamento se mostraban estupefactos y la irónica escena de ver un grupo tan het

Entrada X: Michel, Edy y el Juez Vera

No me podía creer lo que estaba oyendo de Alonso; de su actitud y del tono empleado quedaba claro que me iba a costar cerrar el caso y esto significaba, con toda seguridad, reabrir aquel viejo expediente del 93, pues era el caso que aportaba más información al respecto. La consecuencia inmediata de eso: empitonar al juez de aquel caso, un buen juez cuya trayectoria profesional iba a quedar manchada por un error. Alonso me obligaba a tomar una decisión: o seguir su línea de investigación revisando todos los expedientes anteriores o tapar las responsabilidades de los del año 93 evitando que tal asunto saliese a la luz, salvando a Juan Goñi el primero, pero no el último, pues estaba el fiscal, que tampoco había hecho nada por detener aquel proceso, los abogados que realizaron mal el trabajo de defensa de "El Piru" - extrañamente afines a la tesis de la propia fiscalía -, el Comisario Jefe que firmó todos los informes y todos mis compañeros de entonces. A mí poco me t

Novena entrada: Alonso, algunos datos y una mentira

Difícil caso el de Juan Bravo. - Alonso adoptó un tono distante y circunspecto al verme entrar en su despacho - Mujer de cuarenta años, guapa, soltera, con mucho dinero y muy buenas relaciones en todo Madrid. Con buenas amistades como la de Jorge Sierra, el que va a ser el fiscal del caso con toda seguridad. Supongo que ya lo sabías. No, no lo sabía. A decir verdad nadie se prodiga en dar información por aquí. - Alonso parecía emplear un tono determinado como dando a entender que sabía algo de mis intenciones. Su principal característica cuando trabajaba en las calles era su extraordinario olfato. Si hubiera que poner una imagen a su perfil de policía, habría que decir que Alonso era un “sabueso”. Su naturaleza desconfiada le empujaba a acertar casi siempre pero nunca sabías qué es lo que estaba pensando realmente. Los galones no parecían haber hecho mella en su acierto ni en las razones para mantener con él siempre una distancia prudencial. A pesar de todo, di p